Del altar al diván.
Ángela Aguilar está pagando caro el precio de enamorarse… y de meterse, según muchos, en una historia de amor que no le pertenecía. La cantante de 21 años confesó en entrevista con Pati Chapoy que su salud física y mental se ha venido abajo por la presión mediática, el odio en redes y la ansiedad provocada por las críticas. ¿Pero es solo el hate… o el karma cobrando con intereses?
En sus propias palabras, Ángela reveló que ha perdido más de 10 kilos en tan solo un mes debido al estrés. Y no, no es por una dieta milagro: es por miedo, insomnio y la constante vigilancia del público. La artista confesó que ya ni al supermercado se atreve a ir, por temor a ser grabada sin maquillaje y convertirse en blanco fácil de burlas y ataques. “No ha sido fácil”, declaró visiblemente afectada.
Desde que oficializó su relación con Christian Nodal —tras su sonado rompimiento con Cazzu, madre de su hija—, Ángela ha sido tachada de “fan que se metió a la novela”. Las redes no la perdonan, y muchos la acusan de haber roto una familia. Ella, por su parte, guarda silencio sobre ese tema, pero no sobre las consecuencias que ha vivido.
“Soy un ser humano con miedos, ilusiones y golpes de realidad”, dijo. También compartió que actualmente asiste a terapia psicológica para lidiar con la presión y aprender a filtrar los comentarios venenosos que recibe a diario. De fondo, conserva una frase que le dijo su padre, Pepe Aguilar: “No creas ni lo bueno ni lo malo que dicen de ti”. Aunque, en su caso, el “malo” la está rebasando.
A pesar del infierno emocional, Ángela sigue apostando por su carrera musical. Promueve su nuevo álbum “Nadie se va como llegó”, donde debutó como productora y apostó por visibilizar el talento femenino. Un logro que parece haber quedado opacado por el drama personal que vive desde que su nombre se volvió tendencia… pero no por su música.
¿Ángela es solo una joven famosa aplastada por la opinión pública o está pagando el precio de meterse en una historia ajena? Las redes ya la sentenciaron.
Pero el juicio más duro, parece, es el que enfrenta cada mañana frente al espejo.
