En un giro que ha encendido la polémica, un juez federal dio el sí a Los Alegres del Barranco para seguir cantando narcocorridos en pleno Michoacán, desafiando abiertamente el decreto estatal que buscaba vetar la apología del delito en espectáculos públicos. La resolución cayó como bomba en el gobierno local, que ya anunció que irá con todo para frenar lo que considera una peligrosa glorificación del crimen organizado.
La decisión fue tomada por el juez Sergio Santamaría Chamú, quien otorgó una suspensión provisional al grupo sinaloense como parte del juicio de amparo 518/2025. La agrupación alegó que la censura a sus letras violaba su derecho a la libertad de expresión, argumento que el juez respaldó al señalar que no se habían explorado alternativas menos restrictivas antes de imponer una prohibición total.
¿Y por qué tanto alboroto con Los Alegres del Barranco?
Todo explotó tras un concierto en el Auditorio Telmex, en Jalisco, donde el grupo interpretó “El dueño del palenque”, tema dedicado —según se difundió— a un presunto capo del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), mientras se proyectaban imágenes vinculadas al personaje. La escena se repitió días después en Uruapan, Michoacán, desatando la ira del gobierno estatal, que vio en esto una peligrosa exaltación del narco.
Carlos Torres Piña, secretario de Gobierno de Michoacán, no tardó en reaccionar: anunció que impugnarán la suspensión ante el Tribunal Colegiado, y arremetió contra el juez por “ponerse del lado equivocado de la historia”. Para el funcionario, esta resolución “va contra el interés popular” y pone en riesgo a una sociedad ya lastimada por la violencia.
Pero la batalla apenas comienza. La suspensión es provisional, y el debate de fondo —entre libertad artística y seguridad pública— está lejos de resolverse. Mientras tanto, Los Alegres del Barranco podrán seguir cantando sus polémicas letras, y Michoacán se convierte en el nuevo campo de batalla entre la cultura, la ley… y el narco.
