El miércoles por la noche, el “Pretty Boy” colombiano convirtió el Palacio de los Deportes en un volcán de ritmo y emoción. Más de 15 mil personas se rindieron ante un show que fue mucho más que música: fue una declaración de amor a México… y de poder absoluto sobre el escenario.
Sin dar tiempo a respirar, el concierto arrancó con un pre show de 15 minutos y un intro en video que elevó la temperatura. Apenas sonaron los primeros acordes de Borro Cassette y el recinto estalló en gritos que retumbaban como olas. Maluma, dueño de cada rincón, lanzó sus icónicas preguntas: “¿Dónde están mis Maluma Baby?”, “¿Dónde están las mujeres solteras?”… provocando rugidos que hicieron vibrar el piso.
La fiesta siguió con una avalancha de éxitos como El Perdedor, Obsesión, Miss Independent y Carnaval. Pero también hubo espacio para la vulnerabilidad: el cantante proyectó imágenes de su familia y de su hija París, “el amor de mi vida”, dijo con la voz quebrada. El público iluminó el lugar con miles de celulares en un momento que parecía suspendido en el tiempo.
En medio del show, Maluma se despojó de la camiseta… no una, sino dos veces, provocando gritos ensordecedores y manos extendidas que intentaban tocarlo. Entre temas como Hawái, Felices los 4, Chantaje y 4 Babys, el colombiano se paseó por una pasarela central para cantar cerca de sus fans, desatando un frenesí que rozó el delirio.
El clímax llegó con ADMV, mientras en pantalla se veían fotos de su familia y su esposa —presente entre el público—. Antes de despedirse, soltó la frase que incendió redes y se volvió viral en segundos: “México se escribe con M de Maluma”. Entre aplausos, flashes y la promesa de volver, el artista dejó claro que no vino a dar un concierto… sino a reafirmar su reinado.
