Después de una boda digna de película en una finca privada de Santa Bárbara, Selena Gómez y Benny Blanco decidieron que su primer viaje como esposos no necesitaba glamour, cámaras ni excesos. En lugar de playas exóticas o resorts con paparazzi acechando, la pareja optó por recorrer la costa californiana, en una luna de miel íntima, romántica y muy a su estilo: con más amor que ostentación.
Fuentes cercanas revelaron que los recién casados quisieron “desconectarse del mundo y reconectarse entre ellos”. Durante su escapada, visitaron algunos rincones naturales del estado y hasta hicieron una parada en Texas, tierra natal de Selena, para respirar aire familiar y bajar el ritmo tras la intensa planificación de su boda.
Y vaya que fue una boda de impacto. Celebrada el 27 de septiembre, la ceremonia reunió a cerca de 170 invitados, entre ellos Taylor Swift, Ed Sheeran, Camila Cabello, Steve Martin y Paris Hilton. Selena deslumbró con cuatro vestidos blancos firmados por Ralph Lauren, mientras Benny mantuvo su característico estilo sobrio y elegante. Las fotos que ambos compartieron en redes derrocharon ternura y complicidad.
Sin embargo, detrás de ese cuento de hadas, hubo un momento de vulnerabilidad. La cantante confesó en la conferencia Fortune’s Most Powerful Women que sufrió un ataque de ansiedad poco después de casarse. “En lugar de decir ‘hicimos algo maravilloso’, pensé: ‘¿y si todo desaparece mañana?’”, relató, mostrando que incluso en medio de la felicidad, la mente puede jugar malas pasadas.
Aun así, la luna de miel fue una especie de terapia emocional: días de calma, paseos frente al mar y una desconexión necesaria para asimilar el inicio de una nueva etapa. Lejos de los reflectores, Selena y Benny demostraron que a veces el amor se disfruta más cuando se apagan las luces del espectáculo.
Su historia es un recordatorio de que incluso las estrellas más brillantes necesitan silencio, tiempo y abrazos reales para empezar su “felices por siempre”.
